martes, 28 de agosto de 2012

Hoy esta nublado... Yupi!


Hoy esta más nublado, al menos más de lo que uno está acostumbrado. Cosa rara para quien vive entre las nubes, no??

Te decía...

Había demasiadas nubes por todas partes y eso era signo inequívoco de que el día sería demasiado ajetreado. Así que sin más preámbulos, me puse mi uniforme, me calcé mis zapatitos blancos bordados de flores, esos que siempre me ayudaban en los días mas agitados de mi vida, mama los había echo y como todo lo que ella hace, son eternos si los sabes cuidar...

La sala se miraba tranquila aun, finalmente solo seguíamos conservando nuestro trabajo aquella niña pequeñísima de cabello de oro y yo, una joven bastante delgada con el cabello bien negro y pies pequeños. No era fácil, ya no se necesitaban tanto nuestros servicios y cada vez eran menos las personas que recordaban como encontrar el camino a aquello que se siente como hogar.

Eso era lo que más me desconcertaba. Todos de niños sabían llegar pero con el paso del tiempo lo olvidaban… o lo bloqueaban… o que se yo. Cuando yo decidí quedarme, mama ya trabajaba aquí. Y decir que trabajaba es un decir, por que mas que trabajar, ella era parte de este lugar, como si fuera una almohada que cobija tus sueños o una taza de té para cuando tienes las manos y la nariz fría en invierno… si uno se acercaba un poquito más a ella, podía sentir no solo el olor de pan recién horneado, sino también su calidez. Si, así es ella. Con el tiempo, ella también se fue y se llevo con ella esa luz, para llevarla a aquellos que han olvidado cómo llegar.

En nuestro tiempo libre, Lluvia y yo,  hacemos muchas cosas, desde las más mundanas como barrer y recoger cosas, hasta las más bellas. Esa es la mejor parte de este trabajo, oficio o vocación, como gustes llamarle. Había días en que nos daban ganas de hacer barquitos y soltarlos entre las nubes para que llegaran muy lejos, soplábamos sus velas y los despedíamos con una sonrisa en los labios… a donde llegarían? No lo sé, solo sé que muy lejos. Lluvia tenía la destreza de hacer figuritas con agua, de encantar luciérnagas y hacer que llegaran hasta donde había niños que soñaban despiertos, de hacer crecer flores donde había gente que lo apreciara y de cantar canciones de cuna a los recién llegados al mundo.

Lo mío son las historias, esas que hacen soñar a los niños, a los jóvenes y adultos (y adultos mayores), soy, como me dice mi mama “Itan…tas historias por creer y por crear”

Durante mi larga y corta vida he contado algunos cuentos, algunas historias para motas de mugre y polvo, a niños de chocolate, a pequeños monstruos con ojos que contienen el mundo dentro de sí, a niños que no existen pero viven, a helechos frondosos de seres mágicos, a seres que van por la vida buscando sueños, que llevan los sueños propios en frascos o libretas, aquellas personas que aun ponen el oído atento en un caracol o a lo que cuenta el viento entre las ramas de los arboles.

Pero no quiero aburrirte con todo eso, lo único que quería contarte es que aquí estamos, a la distancia de una nube, para cuando te des cuenta de que por las noches ya no sueñas, o cuando tienes insomnio prendes la computadora en vez de mirar por la ventana como cuando eras niña.

Aquí todos son bienvenidos y siempre esperados, y aunque no todos lleguen, aquellos que visten trajes serios o lo último en la moda y han olvidado como soñar y un día al ver a sus hijos o a un niño jugar y recuerdan como eran aquellos años de su vida, yo se que encontraran el camino hasta aquí, donde los esperamos para ayudarlos a soñar de nuevo.

Y si me disculpas, me retiro, ha llegado el primer viajero de este día que espero con toda mi alma, sea muy ajetreado…  

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